Los cuatro emprendimientos que me llevaron a Kushki

Óscar Quevedo

Country Manager @ Kushki Chile

agosto 13, 2019

Lectura de 8 minutos

Esto no es una historia de éxito, sino de perseverancia, consistencia y buen timing.

Corre el año 2012, después de más de 10 años en depresión y peleando con el colegio/universidad, decidí salirme de la FCFM. Mis padres no avalan mi decisión y mis amigos me dicen que tenga cuidado: no he tenido experiencia emprendiendo y aunque no tengo ni proyecto, siento que tengo que romper mi esquema si quiero ser feliz. Y sí, ya tomé la decisión, voy a ser feliz y siento que el emprendimiento me puede ayudar.

Estoy solo en el departamento, no tengo socios, ni idea de negocio, y no sabía por dónde partir, así que como siempre empiezo por estudiar. Partí estudiando cómo se escribe un email (así de mal), pero también ejercicios de la psicología positivista, la teoría del emprendimiento y paralelamente empece a buscar ayuda de emprendedores jóvenes que admiraba. Empecé a ir a eventos, workshops y así en un par de meses me encontré trabajando con un equipo para la realización de mi primer proyecto.

MallMate

Era una aplicación móvil para malls o centros comerciales que permitía al usuario ubicarse y encontrar ofertas dentro del mall, y a las tiendas le daba a conocer información de sus compradores in-situ. Fue un proyecto en el cual trabajamos 5 personas por 7 meses antes de presentarlo a uno de los malls más importante de Chile, encantamos a la gerente de operaciones la que nos invitó a presentar a toda la mesa directiva. Nos escucharon, tomaron notas, nos hicieron preguntas, nos dijeron que no estaban interesados y 3 meses después aparece la aplicación que presentamos sin nuestra participación y a mi juicio mal implementada. Nada que pudiéramos hacer. Asustado con la incertidumbre de lo que venía pero con el consuelo que una corporación nos había copiado una idea, decidí seguir.

Silicon Valley

Un día scrolleando por Facebook me di cuenta que un amigo que había conocido en la Universidad de Chile, Waldo, estaba muy metido en temas de emprendimiento, así que no lo pensé y lo fui a ver. Apenas lo conocía, pero se notaba que sabía de lo que estaba hablando. Se acababa de ganar un premio para ir a Silicon Valley y me invitó a ir si podía pagar. Sin pensarlo mucho vendí mi auto y partimos.

Fue un viaje revelador. Conocí un ecosistema que de verdad trabaja para y por el emprendimiento, donde los intereses del ecosistema iban por encima de los personales, a gente que ha creado empresas de cientos de millones de dólares, cómo funcionan los gigantes de la tecnología, el foco que ponen en el bienestar de sus trabajadores y cómo éstos responden; son cosas que nunca se me van a olvidar. Es un recuerdo que moldea mi visión de empresa.

Fueron meses donde vi nacer y morir a Upandoo y me empecé a involucrar con Dentidesk.

Al volver llegué con dos realizaciones: necesitaba aprender a programar y quería seguir emprendiendo.

El año que estuve afuera de la universidad tomando mis propias decisiones y estudiando los temas que a mi me interesaban, me llevaron a ser una persona más feliz y con una misión: hacer del trabajo un fuente de bienestar para mi y los que trabajan conmigo, por lo que al llegar me sumé a una idea simple: poner publicidad en el techo de los taxis de Santiago como en Nueva York. Así partí Top Media, empresa a la que le dimos un vuelco social: dar seguridad al taxista a través de la publicidad masiva.

Nos prometieron varias veces (bueno 3 veces) que iban a invertir dinero en nosotros, plata que nunca llegó de personas que nos engañaron, y que estuvieron a punto de botar el trabajo de 3 años y 8 personas por la borda. “Pero qué les importa (pensaba), si las cosas salían bien, ellos se aseguraban con algo, si no, seguían con su vida.”

Cuidado con quien involucran en sus proyectos, en Chile se vive el tipo de relación “que hay para mi” y a esas personas hay que evitar.

El 2016 con la entrada de Uber y otros varios factores internos, la empresa tuvo que declararse en insolvencia. Para ese momento debíamos millones, por lo que decidimos que por más que insistiéramos no iba a funcionar. Es una deuda que 3 años después sigo pagando.

Top Media desaparecía pero la relación laboral con Matías nacía, y aunque sería la relación laboral más fructífera de mi vida, en esos momentos no lo sabía. Todo era oscuro, con deuda, sin ingresos, sin título, pero extrañamente más feliz que antes de partir. Me había arriesgado, me había entregado a un bien mayor, aunque había fracasado también me había atrevido, aunque me habían engañado decidí que yo no tenía que actuar igual para lograrlo, tuve que vender la mayoría de mis cosas para poder seguir. Asustado y más liviano decidí empezar de nuevo.

Slice

Corre el año 2016 y mientras lidiaba con el fin de una empresa (proceso que no le deseo a nadie) empecé a trabajar en Slice, una app móvil para dividir y pagar la cuenta en bares y restaurantes. Una idea que partieron dos potenciales ingenieros al alero de Startup Chile. Una app extrañamente muy bien hecha pero poco probada en el mundo real.

Lo primero que hice fue empujar su lanzamiento y lo hicimos en el restaurant Pad Thai. Aunque nos encontramos con un par de errores, fue una linda sensación de éxito, sensación que no sentía hace mucho. Desde ahí “hustleriamos” y hustleriamos, nos hicimos parte de NXTP labs, nos conseguimos el apoyo de Zomato Chile, de Methodo, de restaurantes, de un estudio de abogados y hablamos con un fondo de inversión (que nos ayudaría en el futuro). Aún así, el cliente (el restaurant) no enganchaba con el valor que generaba la aplicación. Usar la app en su máximo potencial (en un bar con muchos amigos y una cuenta laaarga), producía la misma sensación que cuando te bajas de tu primer viaje en Uber: todo era tan sencillo! Pero esto no le importaba al dueño del restaurant, este veía costos y una apuesta arriesgada que simplemente no estaban dispuestos a tomar.

Nosotros al no tener plata, teníamos que cobrar lo que fuese, pero no lo logramos. Cuando se cayó una posible inversión (esta vez bien intencionada), el equipo se desmotivó. Uno decidió irse a trabajar a Microsoft, y Mati y yo decidimos seguir como sea y con lo que sea.

QVO

Para esas fechas tenía 28 años y nos podíamos pagar CLP$300 mil pesos al mes. Ya con bastante experiencia en el cuerpo empezamos a analizar 3 ideas de negocio, las cuales en sólo semanas, teníamos validadas (o invalidadas). Una de las primeras fue el desarrollo de e-commerce con el medio de pago ya integrado que le pusimos (por SEO) quierovenderonline.cl.

Nuestro primer landing hecho en 1 día, quierovenderonline.cl
Nuestro primer landing hecho en 1 día, quierovenderonline.cl

Nos enfrentamos a decenas de modelos de negocios y en eso, identificamos varias necesidades en torno a los pagos online.

Nos costó 7 meses integrar el sistema de pago en Slice, no podíamos ser los únicos a los que les pasó esto.

qvo nubes

Así parte QVO a fines del año 2016 con un landing que sacamos en un día y donde pusimos las palabras claves, “cobros recurrentes”.

Con este landing, una presentación y un discurso fuimos a postular a Imagine Lab, donde nos recibieron con los brazos abiertos y nos empujaron a sacar lo mejor de nosotros. Eramos 2 emprendedores y CLP$10 millones.

Empezamos a construir todo: mientras Matías ideaba y desarrollaba el producto, yo construía todo a su alrededor. Juntamos un equipo, creamos la sociedad, la imagen, el pricing y empezamos a vender, aunque en ningún caso explotó, algo se sentía correcto. Logramos reclutar a Waldo, con quien ambos siempre quisimos trabajar. El problema era que estaba por encima de lo que podíamos pagar, pero el decidió trabajar 4 meses gratis, ya que el equipo y lo que estábamos construyendo lo convenció.

The Dream Team
The Dream Team

Empezamos a ganar concursos y a tener nuestros primeros clientes. A los 6 meses pivoteamos a lo que hoy es QVO y desde ahí las cosas empezaron a mejorar.

Cuando nos adjudicamos los siguientes CLP$50 millones del fondo gracias a Corfo e Imagine Lab, nos sentimos millonarios. Teníamos mucho por hacer y nos encontrábamos en un ecosistema que nos ayudaba avanzar y nos sostenía en los malos momentos. El producto empezó a tener tracción, poca, pero logramos que los que nos usaban nos amaran. Hasta que la plata se empezó a acabar (a estas alturas era algo común en nuestras vidas), así que me puse en la misión de levantar capital privado. Fue un proceso de 6 meses y de hablar con docenas de inversionistas pero de nuevo algo había cambiado: no era que nuestra tracción fuera mucha pero si producíamos mucho interés. Fue un lindo proceso donde nos cuestionamos las cosas correctas, ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Cuál es el objeto del emprender? En este proceso DevLabs, un fondo de inversiones que conocimos en Slice nos contactó pro-activamente y se convirtió en el primero en entrar a la ronda.

Tuve la suerte de ser invitado por Corfo a representar a Chile en Medellín donde terminamos de cerrar la ronda con los 2 fondos de filosofía más gringa que conocimos, Magma Partners y DevLabs, o sea mucha confianza, nada de excels, poco due diligence y mucha buena onda.

De hecho, rechazamos plata de un fondo chileno porque nos pedían más gobernanza de lo que nosotros encontrábamos necesario. Al final cerramos una ronda para poder seguir. En Chile está empezando el capital de riesgo para etapas tempranas y fuimos de los primeros emprendedores en subirnos a esta tendencia. Bien por nosotros pero seguíamos vendiendo poco.

Hay veces que pienso que la gente no se atreve a seguir este camino porque no sabe cómo en verdad son las cosas, lo lento que es el proceso y lo mucho que hay poner para lograr poco y seguir avanzando. A mi juicio la magia está en hacer mucho con poco y ese poco enfocarlo correctamente según el momento. Tiene más de arte que de ciencia.

Kushki

Corre Q4 del año 2018 y me encontraba en estos típicos concursos de emprendedores presentando nuestro producto y con la esperanza que nos eligieran en una aceleradora de negocios con base en México. Salgo feliz de mi presentación y me llega un llamado de Magma Partners, uno de nuestros inversionistas: Los fundadores de Kushki una pasarela de pagos regional nos quieren conocer ya que se están expandiendo agresivamente por nuestra región y quieren explorar la posibilidad de comprarnos. Whaaat? Obvio, hablemos.

kushki monedas

Así conocimos a Aron y Sebastian, dos emprendedores ecuatorianos que empezaron su vida profesional en USA y que habían tenido un exit de unos cuantos millones de dólares. Nos contaron el porqué se había creado Kushki, que esperaban lograr y después de una visita de ellos a Santiago y de nuestro equipo a Quito, decidimos vender.

Fue un decisión difícil pero la posibilidad de hacer más justa nuestra sociedad a través de los medios de pagos era extrañamente concreta, tener la posibilidad de ser un agente importante del cambio nos sedujo, tener la posibilidad de ayudar a otros emprendimientos a crecer por la región es una bendición, vivir la experiencia de operar un negocio creciendo a tasas difíciles de creer, nos convenció.

Ahora parte una nueva aventura

Todo lo que aprendí en el camino me hace sentir preparado para enfrentar éste. Si me hubieran dicho al principio como iban a resultar las cosas, no sé si hubiera tomado el mismo camino ya que es muy difícil. En más de un momento pensé renunciar y volver a la universidad, pero ahora mirando para atrás todo hace sentido, y me nace un sentido de orgullo. Me atreví. Persistí. Luché. Y lo más importante, las relaciones y aprendizajes perduran. Tengo 31 años, estoy orgulloso, acompañado por buenas personas con ganas de disrumpir todo y lo más importante, soy feliz. Nos vemos a los 35.

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